Tal día como hoy, el 17 de febrero del año del señor de 1600, el filósofo y librepensador Giordano Bruno era quemado en la hoguera en el Campo de Fiori en Roma. Su terrible delito, entre otros, fue decir que las estrellas eran soles, que había infinitas y que la tierra giraba alrededor del Sol.
Murió por defender sus ideas. Murió por pensar por sí mismo y por creer en cosas en las que no estaba permitido creer. Por ello, Bruno fue acusado de herejía, blasfemia y panteísmo.
Su juez fue Roberto Bellarmino, santo, doctor de la iglesia, martillo de herejes, que 16 años después también habría de procesar a Galileo Galilei, otro pertinaz delincuente.
Durante el juicio les dijo al tribunal: "Temblais más vosotros al emitir la sentencia que yo al recibirla“. Previamente a la hoguera, le clavaron la lengua con un clavo para que no pudiera hablar y dirigirse a la multitud.
Aún así, según algunos autores ya en la hoguera dijo: "Algún día donde hoy encendéis esta hoguera se erigirá una estatua".
No parece que eso fuera cierto, pero hoy la estatua de Giordano ahí está. Para recordar el desprecio de la secta católica, y de su funesta Inquisición, al conocimiento y a la libertad de pensamiento que ha manifestado siempre, incluso hoy.
Cuando visitéis Roma, no dejéis de verla.
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